La comunidad española siempre ha querido fomentar sus actividades culturales, transmitir su música y su alegría.
Elisa Marcos nació en Ponteareas, un pueblito al sur de la provincia de Pontevedra, en Galicia, España. Muchas hojas del calendario pasaron desde que abandonó su tierra y hoy, esta sensible mujer gallega habla de su vida, de sus sueños y de sus proyectos. Es esposa, madre, abuela y, actualmente, se desempeña como directora del Departamento de Cultura del Club Español, la emblemática institución más antigua, con raíces hispanas fuera del territorio de España y la primera entidad de integración entre las comunidades extranjeras y la Sociedad Argentina, que preside José Benito López Carballedo.
—¿Qué recuerda del lugar en el cual nació?
—Uno siempre vuelve con la mente a su terruño, que ha quedado tan lejos. Pero la Argentina es la segunda patria: nos ha dado todo y lógicamente, al tener raíces y familia, recordamos este día. Nos tocó venir en una época de postguerra europea. Llegamos a la Argentina un 23 de noviembre de 1951, junto con muchos inmigrantes más. Luego, en 1976, volvimos y nos establecimos en Barcelona y pasamos a Madrid. Pero siempre extrañamos este bendito país y, por esa razón, volvimos para quedarnos.
—¿Cómo fue su vida en Argentina?
—Fue una muy buena vida: Argentina nos ha recibido de una manera excepcional. Lo que es bueno aclarar es que los inmigrantes no hemos venido sin documentación, sino que hemos bajado del barco reclamados por familiares: aquí estaba el esposo, el abuelo, que eran una garantía para recibirnos. Todos han venido a trabajar y a desarrollarse en este país. A la gran mayoría les ha ido muy bien en proyectos de negocios; otros han construido su casa, y educado y criado a sus hijos. Los inmigrantes tenemos que estar muy agradecidos a este país.
—¿Qué actividades realiza hoy para la comunidad española?
—La comunidad española siempre ha querido fomentar sus actividades culturales, transmitir su música, su alegría. Estuve muchos años en El rincón familiar andaluz y actualmente pertenezco a la Asociación de Prensa Española y dirijo el Departamento de Cultura del Club Español, ubicado en Bernardo de Irigoyen 172 de esta capital. Este lugar fue fundado en 1852 y el edificio fue inaugurado en 1911. Sus ascensores fueron donados por la Infanta Isabel que lo visitó para su inauguración: es un emblema de la colectividad; es el primer club en Argentina que congregó a sus paisanos. Aquí realizamos actividades para la comunidad y para los inmigrantes. Estamos dando un fuerte impulso a la cultura mediante el dictado de cursos, talleres, conferencias, romerías. Tenemos un espacio para la danza árabe, la literatura la plástica, el yoga y la guitarra. Rememoramos a España y Argentina: la parte cultural es fundamental de todas las asociaciones en Argentina.
—¿Fue fácil el retorno a su tierra?
—No. Hay todo un mito que se crea con la idea de volver a una España que ha cambiado mucho. Siempre hay un recuerdo de lo que se ha dejado, pero después la realidad es otra. Por ejemplo, cuando lo hice junto a mi familia, no encontramos lo que esperábamos.
—¿Habla de amistad o de geografía?
—De las dos. Quienes quedaron, amigos, familiares, ya no forman parte de la vida cotidiana, porque aquí se construyó otra vida. Aquí conocí a mi marido, que llegó de Asturias y fue lo mejor que me pudo pasar: estamos casados hace cuarenta y dos años y tuvimos cuatro hijos y tres nietos.
—¿Cómo mantuvieron sus tradiciones, sus costumbres?
—Siempre mirando a Argentina, pero con un corazón en España. Mis hijas bailaron flamenco gallego, canario, y tango en España, en el cuerpo de baile de La Estrada. Mi hijo bailó en el Centro Asturiano y en la Estrada. Quisimos que la música y la danza formaran parte de nuestra familia y nos uniera en el recuerdo.
—¿Qué extrañó más de su pueblo natal?
—No se extrañaba mucho. Vine con mi padre y mi madre en esa época. Dejamos un trabajo de campo y sin visión de futuro. Mi abuelo estaba aquí, y él nos habló de la tierra buena y rica en la que podíamos crecer. Hicimos una nueva vida. Quizá al principio se extrañan las costumbres de vivir en una aldea o en el campo, pero nos adaptamos a esta bella Argentina, ¡bella y amada!
—¿Hay algún lugar de Argentina que la transporte con la imaginación a Ponteareas?
—No. Era muy pequeña; las experiencias de vida que cambian a una mujer las viví aquí. Cuando volví, no pude adaptarme; me sentí una extraña. Si tuviese que hacerlo de nuevo, no lo haría; no se puede soportar cuando no se es tan joven. Puedo hablar de una “morriña” o nostalgia, pero no me arrepiento de haber elegido este lugar: el Día del Inmigrante lo recordamos, está agendado en nuestra vida y en nuestro corazón, pero Argentina es nuestro presente.
Nos parece interesantisima y muy meritoria la actividad y trayectoria de Elisa Marcos, felicitaciones y a continuar trabajando por España