Entrevista a Flavio Vergara, integrante del Consejo Directivo de ATE Nación y Técnico en Virología del Instituto “Dr. Carlos G. Malbrán”, lugar en el que científicos argentinos lograron secuenciar el genoma del Covid-19 y descubrieron tres de las cepas que lo componen. Vergara, fiel defensor de los derechos de los trabajadores, cuida, asiste y aconseja a sus compañeros y apoya la tarea diaria de los profesionales. El Presidente de la Nación, Alberto Fernández, visitó el edificio el pasado 7 de abril para felicitar a los científicos y destacó la importante tarea que realizan día a día.
C. C.: ¿Cómo combina su tarea como Delegado paritario de ATE y como Técnico en virología del Instituto Malbrán?
Si bien soy Conducción Nacional y Paritario nacional, vengo una o dos veces al Instituto Malbrán porque esta es mi raíz. No he vuelto a trabajar al laboratorio como técnico porque hay compañeros más entrenados que yo, pero si hiciera falta, lo haría. Me da satisfacción contribuir desde un lugar más de cotidianeidad, realizamos, por ejemplo, almuerzos o meriendas para que nuestros compañeros sepan que tienen a alguien que los agasaje. Creemos que es saludable y nos hace bien ayudarlos. Somos un colectivo de mil trabajadores y de más de trescientos afiliados.
C. C.: ¿Cuántos compañeros están trabajando ahora allí?
En el laboratorio que hace el servicio de “virus respiratorio” y que hace el diagnóstico del coronavirus son once trabajadores —ocho profesionales y tres técnicos— de los cuales nueve son mujeres. Algunos de esos trabajadores son precarios, fueron contratados con un salario muy bajo producto del recorte y las pérdidas presupuestarias del gobierno macrista. En esta pequeña aldea todos son afiliados de ATE, desde la jefa de servicio hasta el último de los compañeros.
C. C.: ¿Cómo describe al departamento de virología?
Se trabaja durante jornadas muy largas. El departamento tiene diez servicios de virología diferentes que estudian a varias familias de virus: los de la hepatitis, los que causan enfermedades del sistema nervioso, virus oncogénicos, o respiratorios, como es el caso del Covid-19. Una parte del equipo de estos otros grupos está destinada a hacerle la segunda línea al laboratorio de virus respiratorio para procesar la gran cantidad de muestras que ingresan de Covid-19.
C. C.: Debido a la Declaratoria de algunos espacios históricos, el Instituto tiene una impronta muy interesante
La historia guarda una mística particular. El edificio se empezó a construir en 1907 y fue inaugurado en 1916. Las tierras eran muy móviles y no se podía construir; al llegar, una persona se encontraba en lo que sería la parte baja de la Avenida Amancio Alcorta, donde empieza a bajar el Riachuelo. Debido a esto, se utilizó una platina debajo del edificio que luego fue usada en toda América Latina y que, a pesar de tener tantos años, aún resulta una construcción sólida, réplica del Instituto Pasteur de Paris, el más pequeño.
C. C.: ¿Qué mística tiene entonces este Instituto?
Es muy especial. Es un edificio construido a partir de la visión y la decisión del Dr. Carlos G. Malbrán de armar un espacio de higiene y bacteriología en Buenos Aires cuando todavía no se conocían determinadas enfermedades a principios del siglo pasado, un siglo que se construyó sobre las tumbas de los cadáveres que dejó por aquel entonces el brote de fiebre amarilla. Hay algo de este lugar que nos moviliza y siempre volvemos. En los años ’90, siendo muy jóvenes, apenas comenzábamos en el Malbrán cuando empezó la segunda Reforma del Estado y ocurrió la pelea con seis meses de tomas; nos quedamos a vivir aquí resistiendo el despido de compañeros y contra el intento de exclusión. En ese momento logramos frenar la acción perjudicial del Estado y hoy es una pieza que ilumina la importancia de su recuperación.
C. C.: ¿Cómo es la distribución y el funcionamiento actual del edificio?
En el edificio funcionan varias áreas de laboratorio, fueron construidas en distintas etapas. También tenemos la torre histórica, que es un tanque que pasó de ser depósito a convertirse en aulas de formación. En una refacción que se hizo durante el último gobierno de Néstor Kirchner y el primero de Cristina Kirchner se inauguró un laboratorio de bioseguridad que ahora tiene diez años: es lo más novedoso que tenemos. Hay áreas históricas importantes recicladas que, aunque deterioradas, se conservan, pero mantienen mucha humedad y hay muebles rotos sin reparar que ojalá podamos recuperar.
C. C.: ¿Existe a día de hoy algún proyecto de refundación del edificio?
En 2015 proyectábamos hacer una refundación institucional para el centenario. El Malbrán abrió sus puertas el 9 de julio de 1916 y teníamos la idea de hacer un relanzamiento con un plan de obras ambicioso que permitiera la conservación de la parte histórica, pero, como sabemos, el espacio con el que contamos no alcanza y debemos adaptarlo para el manejo de patógenos actuales y el uso de la tecnología requerida. Cuando termine el tema del coronavirus sería interesante armar una reunión con las autoridades de la Comisión Nacional de Monumentos para trabajar en el proyecto de puesta en valor. Un momento como el que estamos viviendo revaloriza nuestro espacio: es el instituto científico donde se encontró el genoma del virus gracias al trabajo y a la dedicación de la Doctora Josefina Campos y su equipo, fue muy emocionante.
C. C.: ¿Cómo reaccionaron los integrantes del Instituto al ser reconocidos por este descubrimiento?
Fue muy motivante, estamos viviendo un momento duro, de crisis, y desde este Instituto nace la luz en medio de la cueva, se trabaja mucho y fue muy importante que el Presidente los felicitara y apoyara. Aquí no sólo se hacen diagnósticos de enfermedades infecciosas, también hay producción de vacunas, de suero antiofídico, arácnidos, trabajos de investigación contra el cáncer… Es una enorme maquinaria de defensa contra enfermedades infecciosas que ha estado subvalorada desde lo salarial.
C. C.: ¿Cuál es la mayor fortaleza que debe tener una persona que lleva en sí la raíz de ser delegado?
Indignarse ante la injusticia. Cuando uno pierde esa capacidad de hacerlo y empieza a naturalizarlo, está perdido. No quiere decir que uno no deba tener perspectiva y entender que así como hoy puede resolverse algo, mañana otra cosa puede llevar más tiempo. Siempre hay una disputa abierta, así que es cuestión de saber cuál es ese valor. El final de la pandemia pondrá en discusión cómo queremos reconstruir nuestra sociedad, no quiero que cuando termine volvamos al pasado. Debemos discutir en el mundo el rol del Estado, incluso países europeos han reconocido que si hubiesen tenido un Estado más fuerte, las cosas hubieran sido distintas: los ajustes en salud y en inversión pública hicieron que hubiera más muertes.
C. C.: Si tuviera que elegir una canción que lo inspira, que lo impulsa a seguir, ¿cuál sería?
No tengo una en especial, aunque me has hecho acordar alguna estrofa de cuando estábamos en los ‘90 y nos dábamos ánimo con una poesía de Almafuerte —el célebre poeta y docente argentino Pedro Bonifacio Palacios—: “No te sientas vencido, ni aun vencido/no te sientas esclavo ni aun esclavo/trémulo de pavor, piénsate bravo/y arremete feroz, ya malherido”.
C. C.: ¿Por eso está aquí, en su Malbrán de siempre?
Sí. El triunfo siempre es pasajero y la batalla vuelve a darse, es la manera en que uno eligió. El que cree que llegó, se está quedando.
Patricia Ortiz
Corrección: Ailen Hernández
Crédito fotográfico: Instituto Malbrán
Leo CC y siempre me sorprendo con los entrevistados y las interesantes noticia que publican de las diferentes ciudades!! Además de agradecerles por tantas veces que me han permitido estar en sus páginas!!