El cine, el séptimo arte, tiene como fin entretener, pero también contarnos historias que muestran las distintas caras de la sociedad, de la realidad. A través de las imágenes que los espectadores ven en la gran pantalla se despiertan emociones y la posibilidad de identificarse o empatizar con las historias de los personajes. En la Argentina, la industria cinematográfica es una de las más desarrolladas de Latinoamérica y ha tenido, a lo largo del siglo XX, una enorme producción que contó con el apoyo del Estado y que se destacó gracias al trabajo de directores y artistas que fueron reconocidos a nivel internacional.
En 1953 se estrenó La niña del gato, película escrita, dirigida y producida por Román Viñoly Barreto, con la colaboración de Alberto Etchebehere. El 23 de abril de aquel año se presentó a sala llena la historia de una niñez maltratada, de una pequeña obligada a robar, en primer lugar, por su padre, y luego por una joven pareja de ladrones que aparentaba vivir en la opulencia. Así, a través de la mirada del director y de la lente de su cámara, se ponía de manifiesto la realidad de muchos niños en aquella Buenos Aires —una situación que, lamentablemente, también forma parte de nuestra realidad—.
La historia giraba en torno a la vida de Nonó, interpretada por Adriana Bianco, “Adrianita”, niña prodigio del cine argentino. La película, filmada en blanco y negro, convocó a excelentes actores: Adolfo Stray (Samuel Gorenstein), Enrique Chaico (padre de Nonó), Hugo Lanzilotta (Daniel), Beba Bidart (Olga), Ernesto Bianco (Sr. Salas) y Susana Campos (María Elena), quienes dieron vida a personajes indiferentes, ventajeros, desconfiados, malvados, egoístas, inocentes, bondadosos y generosos…
El universo de La niña del gato está conformado por dos realidades opuestas: los escenarios naturales de un barrio porteño donde una bella mansión esconde la tristeza de un niño adinerado sin el amor de su padre y al cuidado de una buena institutriz, y un hogar miserable donde Nonó es manipulada por un padre vago y sin escrúpulos que no duda en explotarla y exponerla a los peligros de la calle. Cada vez que la envían a robar, va con ella un gato negro, la distracción. En contraposición, los momentos más bellos y emotivos son los que protagonizan Nonó y Samuel, un conocedor de la vida y vendedor de baratijas que construye un lazo firme y cariñoso con la pequeña, dándole consejos propios de una figura paterna y amparándola como un ángel guardián.
La niña del gato fue la primera película que narra la historia de una niña ladrona, obligada a robar por su padre. Adriana Bianco actuó con tal naturalidad y profesionalidad ante las cámaras con apenas doce años que se ganó el reconocimiento del público y de la industria con ese papel y pasó a formar parte del recuerdo colectivo. Fue considerada la Shirley Temple de Latinoamérica y trabajó en numerosas películas, lo que le permitió construir una vasta carrera, valorada y aplaudida.
En La niña del gato, Adrianita supo transmitir el miedo de una chiquilla que es conducida hacia el “juego del hurto” y que es descubierta por la policía. ¿Es esa niña culpable o inocente? ¿Es acaso la trémula infancia una excusa para no condenarla? Poco a poco nos imaginamos el desenlace: la huida y la búsqueda de ayuda. En aquella época, la Iglesia era muchas veces el espacio de redención de los personajes y hacia allí se dirige la pecadora: la última escena nos muestra a Nonó rezando ante la imagen divina… Con ese final, el espectador puede abrazar la idea de que será Dios quien la salve, ya que los hombres la habrían condenado.
Patricia Ortiz
Corrección: Ailen Hernández
Tuve el honor de conocer a la Señora Doña Adriana Bianco en Ginebra en el verano de 2009, nos reunimos en casa de su hija la pintora Ingrid Kaufmann y su marido Frank Alsen quien tenia a su cargo el protocolo de seguridad para los medicos de la OMS en paises en conflicto en Medio Oriente, tambien de encontraban alli la videasta catalana Monica Riquelme y su esposo Antonello Sbritzi fisico en particulas del Instituto CERN. Habian tantos temas tan diversos e interesantes de que hablar aquella noche, ninguno tan emotivo y trstado con tal devocion como el de Doña Adriana; ella relato elocuentementr su proyecto del Festival de Cinematografia Latinoamericano en Miami, recuerdo su animo sin igual y su compromiso social hacia las artes. En suma, la erudicción de Doña Adriana y su espiritu emprendedor contagioso sumaron a mis tareas cotidianas algo que solo se pude aportar cuando se tiene dentro muy arraigado, la chispa que puede incendiar un bosque, es esa pequeña luz que hace la diferencia entre la gente que escoge una profesion u oficio y la realiza con ainco y los que forman parte de los que fueron escogidos para servir a un principio rector. La herencia artistica de Adriana Bianco tambien se encuentra en el oficio de su hija, la pintora ecologista Ingrid Kaufmann.
Muy interesante. Donde se podría ver la película?