La enfermedad inflamatoria intestinal (EII), es conocida por pertenecer a un grupo de trastornos que hace que los intestinos se inflamen hasta el punto de volverse rojos e hinchados; se mantienen en esta condición; luego disminuyen, para reaparecer luego.
Desde su clínica médica, OSPAÑA informa que existen dos tipos de enfermedad inflamatoria intestinal; la de Crohn y la colitis ulcerosa.
En la primera, las úlceras se forman en el tracto gastrointestinal y se extienden desde la boca hasta el ano provocando dolor, aunque algunas personas pasan largos períodos sin estos síntomas. En otros casos, la situación se agrava a un punto tal, que se requiere de un tratamiento o incluso cirugía. Los síntomas son variados, entre ellos, la diarrea, los calambres estomacales, el dolor abdominal que aparece y desaparece, sangre en las heces y, también, escaso apetito.
En cambio, la colitis ulcerosa es una EII que provoca que el colon –el intestino grueso– se enrojezca y se hinche durante algunas semanas o varios meses y afecta la última parte del colon, el recto, provocando dolor o sangrado rectal, evacuaciones pequeñas y frecuentes, necesidad urgente de evacuar, diarrea, sangre en las heces, calambres abdominales y dolor en el lado izquierdo del abdomen y fatiga.
Es importante destacar que las dos enfermedades parecen ser hereditarias, lo que significa que la genética está relacionada. Por otra parte, varias investigaciones arrojan que estas enfermedades son causadas por un problema del sistema inmunológico que, en condiciones normales, protege al cuerpo de las infecciones.
En las personas que padecen una enfermedad inflamatoria intestinal, el sistema inmunológico confunde los alimentos, las bacterias saludables y otras sustancias con una infección; por lo tanto, afecta las propias defensas que atacan a las células del intestino provocando la inflamación.
Una vez efectuado el diagnóstico, los médicos realizan exámenes físicos y piden a sus pacientes que describan los síntomas que deben ser respaldados por una serie de pruebas, incluidos análisis de sangre, muestras de heces y procedimientos para observar el colon.
La EII no se puede prevenir, pero existen cambios en el estilo de vida que pueden minimizar los síntomas: realizar una alimentación saludable y, en ocasiones, es necesario reducir la cantidad de fibra o los lácteos, limitar o evitar la cafeína, el alcohol y las bebidas carbonatadas (gaseosas). El estrés resulta un elemento negativo para estas enfermedades y se requiere descansar lo suficiente y hacer ejercicio con regularidad.
El objetivo del tratamiento es eliminar la inflamación provocada por los síntomas, recurriendo a la prescripción médica de antiinflamatorios e inhibidores del sistema inmunológico. Dependiendo de los síntomas, también pueden recomendarse antibióticos, antidiarreicos, laxantes, analgésicos y suplementos vitamínicos.
Patricia Ortiz
Corrección: Ricardo de Titto
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