“Italia, Sicilia e Sicilianità nel mondo contemporáneo nelle opere di Enzo Randazzo”, un encuentro literario en la Argentina.
Entrevista al escritor italiano Vincenzo Randazzo nacido en Sambuca, Sicilia quien llegó a Buenos Aires junto a su esposa Francesca para presentar Italia, Sicilia e Sicilianità nel mondo contemporáneo nelle opere di Enzo Randazzo.
Dueño de una gran sensibilidad y carisma el –además–, reconocido director de teatro y docente, recibió a Caminos Culturales en el lobby del Hotel Kenton Palace en que se alojaron y durante una amena conversación nos transmitió la esencia de una personalidad gentil, amigable, espontánea y humilde cuyos pilares se basan en los valores de la familia –heredados de su madre Ninnetta y su padre Niccolo–, del trabajo y la creación que fue surgiendo a partir de su avidez por la lectura en una tierra llena de tradiciones, y de recuerdos de niñez donde la poesía surgía como la expresión de un pequeño escritor que fue desarrollando su pluma magistral en las narrativas y los textos que recorrieron el mundo.
Para Randazzo, la literatura tiene el poder de unir y de ampliar espacios de reflexión y diálogo, que la fuerte influencia italiana en la cultura argentina nos ha dejado como legado.
¿Cuáles son los temas a los que se referirá durante estos días en los cuales visitará varias ciudades argentinas?
Me referiré a un tema muy querido para mí, que es Italia y, en especial, Sicilia: la sicilianidad y la italianidad, hoy en el mundo contemporáneo y en la actualidad. Será un poco a través de mis obras en las que tanto he volcado mi línea de pensamiento y mi experiencia, por lo que serán conferencias variadas, con diálogos, encuentros, con intervenciones también del público, que espero que también sea muy participativo para lograr una presentación clara y didáctica.
-¿Y cómo es la Sicilia contemporánea?, ¿cuál es la diferencia o el punto de cambio entre la pasada y la actual?
Sicilia es una isla afortunada, una tierra besada por el Señor porque está en el centro del Mediterráneo y por eso en el pasado, en la historia, ha sido motivo de encuentro de muchas civilizaciones –incluso de enfrentamientos, para decir la verdad–, pero sobre todo de encuentro y síntesis. Sicilia ha conocido la cultura griega, la romana y también la cultura española, francesa, catalana y aragonesa, legados que hemos recibido cuando se establecieron con nosotros durante algún tiempo para luego abrazar sus huellas étnicas y culturales importantes y significativas, porque una de las características del ser siciliano es esa capacidad de síntesis, flexibilidad; una cultura abierta a lo nuevo, a lo diferente. Sicilia se ha consolidado a lo largo de los años porque era una tierra de inmigración para luego, ser tierra de emigración durante décadas –más exactamente–, durante siglos. Los sicilianos fueron a laborar a América del Sur, a América del Norte, a Europa del Norte, a todos los países mediterráneos…
Los sicilianos han dejado un sello de voluntad y capacidad de trabajo en su camino…
Así es: por doquiera que han ido llevaron el signo de su fuerza, de su energía, de su capacidad de sacrificio. Si queremos ser un poco sicilianos, italianistas, puedo afirmar que solo al llegar a la ciudad de Nueva York, descubrimos los trabajos de restauración en los centros importantes; los mejores restaurantes del centro son italianos. Te das la vuelta y ves los rascacielos y quienes los construyeron son arquitectos italianos. Y así, si también al viajar por el norte de Europa, extasiarnos con los extraordinarios puentes que conectan sus ciudades: al leer la firma de quienes los diseñaron: ¡también son italianos!
Esa gran voluntad para crecer y desarrollarse es característica de tantos amigos italianos en la Argentina
Si los italianos son famosos en el mundo es por su capacidad para realizar dos o tres trabajos. Recuerdo que uno de mis aldeanos que era emigrante, trabajaba en la fábrica por la mañana, por la tarde hacía servicios de cadetería y por la noche era panadero. El deseo de progresar hizo que Sicilia y toda Italia se desarrollaran; de este modo pudieron ser todavía hoy una nación que vive del trabajo honorable y es estimada y apreciada por ello.
Usted también ha abierto un abanico de posibilidades de crecimiento artístico como director de teatro, escritor y docente, entre otras actividades: ¿Cómo las ha construido?
He tenido muchas experiencias en mi vida y sigo haciendo cosas que harían los veinteañeros. Me gusta viajar, he sido viajero toda mi vida y también –y a la par, diría– he llegado a muchos otros lugares a través de la lectura; he adquirido una velocidad lectora extraordinaria que he potenciado como presidente del Premio Navarro, un premio internacional que se celebra en Sambuca de Sicilia en honor al escritor Emanuel y a su padre Vincenzo Navarro. Emanuel es importante sobre todo por haber traído el realismo a Italia, que también ha dejado muchas señales en Europa, así como en Argentina. Bueno, esto me permite y me estimula a leer rápidamente los textos que tenemos que examinar para luego premiarlos.
¿Qué libro le impactó tanto que le obligó a repensar algo en su vida?
Yo era un lector tan voraz que cuando terminaba un texto ya estaba listo para leer otro: antes de enamorarme del todo de un escritor ya lo engañaba con otro (risas). Esta es la verdad, en resumen. La literatura norteamericana tuvo una influencia enorme en mí, por el ritmo que tienen algunos de estos escritores. Por ejemplo, yo quiero mucho a Ernest Hemingway y me fascina William Saroyan, que fue un escritor americano de origen armenio cuyo ritmo intenso de narración me emociona.
Luego enseñé literatura en liceos durante muchos años, y por eso me acompañó Dante, un amor que fue creciendo con los años, porque Dante es este escritor extraordinario, a quien puedes leer cien veces en la vida, y siempre descubrir cosas nuevas, detalles, miradas, diagonales, insinuaciones.
Es como atesorar los secretos que guarda la ciudad de Roma o Madrid…
Sí, esas ciudades tan grandes, tan ricas en civilización que nunca podrás saborearlas por completo y siempre necesitas volver.
¿Por qué ha elegido en su itinerario literario, la visita a las ciudades argentinas de Mar del Plata, Rosario y Paraná, todas del litoral rioplatense?
Digamos que fueron amigos, gente que conocía en estos lugares quienes me invitaron y por tanto diseñaron un itinerario de alguna manera. Probablemente luego llegaron otras solicitudes, por ejemplo, de amigos en Córdoba, inmediatamente después me pidieron que fuera con ellos, y tuve que contestarles: «en el próximo viaje».
No se trata de ningún criterio geográfico; es bien claro que partir de Buenos Aires es geográfico, porque es la ciudad más importante –digamos la ciudad simbólica de Argentina–, y, por supuesto, fascinante. En esta urbe diserté en la sede del COMITES, presidido por Darío Signorini, el 15 de octubre de 2024 con la presencia de un público con el que compartí un momento inolvidable.
¿Cómo se siente en Buenos Aires?
Me siento espectacular. Nos sentimos encantados. He estado dos días y ya poco a poco hablo español. Me han recibido con mucha alegría, especialmente personas maravillosas como Lucía Casa, una persona de gran expresión cultural y otros amigos argentinos que me han llevado a San Telmo. He podido andar con los guías locales que me han brindado simpatía y amabilidad.
José Luis Borges decía que los argentinos somos italianos que hablamos español.
Es un gran escritor cuya capacidad de universalidad es acogida por la cultura en el mundo; de algún modo la Argentina es una síntesis de la cultura italiana y de la siciliana.
¿Cuál es el consejo que le ha dado a sus hijos para continuar con la vida en un momento especial
Elegir cinco valores, cinco ideas y cinco objetivos para desarrollarlos en el ámbito de lo posible, de la libre elección: son ideas que he utilizado también con mis alumnos.
¿Qué mirada tiene sobre la literatura en una época que es más vertiginosa que otras pasadas?
La literatura debe ir a lo profundo de las cosas y no quedarse en las apariencias. Debe situarse en la búsqueda por desarrollar el ángulo del mundo posible con la presunción y la humildad de saber descubrir cosas que, muchas veces, no pensaba o imaginaba. Proponerse esa tarea es muy interesante ya que evita quedarse en la superficie de la apariencia descriptiva de los hombres, de los barrios: propongo ir más allá, dar vuelta la esquina y penetrar en la realidad con la humildad de descubrir cosas que quizás otra persona que busca no sabe que podría encontrar, esto es, lo diferente, algo distinto. La verdad es difícil de objetivar y mantener como valor absoluto ya que un detalle lo cambia todo.
Con esta reflexión tan interesante –proponernos “dar vuelta la esquina” y apreciar algún detalle imprevisto– validamos, una vez más, que la cultura ítalo-argentina guarda un parentesco de verdad entrañable: la enorme potencia y presencia del sentimiento que produce: “l´essere amici”.
Patricia Ortiz
Corrección Ricardo de Titto
Crédito fotográfico: Caminos Culturales -Camino Italia-
Esperamos que vuelva y continuar el diálogo iniciado!!! Gracias Patricia!