Entrevista al profesor, sociólogo e investigador Juan José Arancibia, quien realizó la supervisión histórica y la propuesta que le dio unidad a la exposición A 75 años del Terremoto de San Juan, una muestra que durante su paso por el foyer sur del Auditorio Juan Victoria —del 11 de julio al 20 de agosto—convocó a miles de visitantes. Se destaca, además de las imágenes y el material audiovisual expuesto, la presencia de un muro en el que figuran los nombres de las víctimas fatales del terremoto, un homenaje que mantiene viva su memoria. La muestra fue organizada en conjunto por el Archivo General de la Provincia de San Juan, el Archivo General de la Nación, el Centro de Genealogía y Heráldica de San Juan y la Dirección de Protección Civil; contó también con el apoyo del Ministerio de Gobierno de la Provincia de San Juan.
C. C: ¿Cómo surgió la idea de preparar esta muestra?
Este año se cumple el 75º aniversario del trágico terremoto de 1954, por lo que en enero me acerqué al Archivo General de la Provincia y le comenté a su director, Javier Reino, que varias instituciones estaban preparando acciones para conmemorar la fecha, entre ellas el Museo de Bellas Artes y la Casa Museo Natal de Sarmiento. Yo pensaba que el Archivo General de la Provincia, más que ninguna otra institución, debía hacerlo también, y desde el Centro de Genealogía y Heráldica podía darle mi apoyo. Así fue como empezó el trabajo conjunto, ya que el Archivo General no contaba con un archivo fotográfico que reflejara de alguna manera aquel acontecimiento. Reino se dirigió entonces al Director del Archivo General de la Nación, Emilio Perina, e inmediatamente comenzamos a recibir el importante e inédito material fotográfico.
C. C: ¿Cómo fue trabajar junto a Javier Reino, director del Archivo General de la Provincia?
Fue muy motivador. Contamos con el apoyo del Sr. Ministro de Gobierno de San Juan, Dr. Emilio Baistrocchi, de quien Javier obtuvo una respuesta inmediata indicando que nos pusiéramos manos a la obra. Trabajar con gente joven me lleva a dejar correr las ideas que fluyen en mi mente. Javier Reino gestiona las cosas de forma muy eficiente, tiene una gran capacidad de trabajo y resuelve en el acto. Ambos estamos muy contentos con esta muestra y los resultados están a la vista. En vacaciones, la gente llegaba en familia con la intención de conocer lo que ocurrió y todos quedaban fascinados con las fotos. He visto a periodistas agachados tomando fotos de una foto.
C. C: Aprovechando este dato, ¿en qué se diferencian estas imágenes de cualquier otra que se haya visto sobre el terremoto?
En que este es un material que no ha estado disponible para el público general porque era considerado información delicada. Como sociólogo e integrante del Centro de Genealogía y Heráldica, he seleccionado únicamente 60 fotos entre las miles que llegaron siguiendo, en primer lugar, un criterio personal: me gustan las fotos en blanco y negro. Una vez separadas las que cumplían con este criterio, privilegié otros dos aspectos que luego se conjugaron: además de lo visual, cada una de las fotos debía tener un soporte documental que sustentara su contenido. La sociología me permite hacer una lectura diferente, tener otra mirada, por eso el relato que le da unidad a la muestra gira alrededor de 10 núcleos temáticos. Cada uno de ellos cuenta con una gigantografía de una de las fotos seleccionadas que da la pauta del tema que trata. Así se puede mostrar el San Juan previo al terremoto y los edificios icónicos que ya no existen.
C. C: ¿Cómo cuáles?
La Catedral de San Juan, el Club Social, la Municipalidad de San Juan, la Casa España…edificios maravillosos desde el punto de vista arquitectónico. Antes de derribarlos, podría haberse evaluado la posibilidad de sostenerlos, apuntalarlos y soportarlos para que las topadoras no los destruyeran. La gente joven piensa que este es el San Juan que existió siempre, pero no es así, el de antes era maravilloso. Soy un ciudadano post terremoto y me hubiese encantado que hoy podamos encontrar algo que nos haga acordar al San Juan de aquel entonces.
C. C: ¿No se ha podido rescatar nada de esos edificios?
Nada, exceptuando aquellos que habían sido construidos bajo medidas sismo resistentes como el Edificio del Bono 1, la Escuela Normal Sarmiento… Hay edificios más pequeños o menos conocidos que sí se conservan, pero el centro cívico, los edificios que estaban alrededor de la Plaza 25 de Mayo… La gente va a ver en las fotos de la muestra construcciones de estilo europeo que lamentablemente ya no están.
C. C: ¿Qué significó ver expuesto el trabajo de tanto tiempo?
Cada núcleo es muy movilizante, aunque la historia que se cuenta del dos al nueve es la más dura. En el nueve se encuentran “los huérfanos del Terremoto” y abro el tema como en mi libro: “Víctimas del terremoto del 15 de enero de 1944”: murieron dos veces porque se bajó una persiana sin mirar atrás al no poder denunciar a sus familiares muertos. Había otras prioridades en un tiempo de pérdidas totales: concurrir al registro civil era secundario o terciario: había que seguir viviendo”. Cuando vi las fotos en la muestra, sus gigantografías, sentí un gran impacto. Pude escuchar, además, historias como la de un hombre de 90 años que, emocionado, me contó que fue testigo del sismo con tan solo ocho años. Junto a su familia partieron a Mendoza sin dejar nada atrás porque nada tenían. El impacto de esta tragedia fue tal que rompió el tejido social porque afectó sobre todo a la gente más humilde. La resiliencia fue la que actuó en quienes salieron adelante a pesar de las lágrimas y del dolor después de vivir instancias tan duras.
C. C: ¿Es esa la foto que más lo impresionó?
Sí, la que titulamos “Los niños del terremoto”. Un día después de la publicación del libro, por ejemplo, un señor se presentó y me dijo que era uno de esos huérfanos y que necesitaba mi ayuda… Aunque yo no estaba preparado para enfrentar emociones que nacen de una vida de búsqueda a lo largo del país para saber quiénes fueron sus padres, porque él era un recién nacido cuando el terremoto se los arrebató. Creo que la ley y la identidad de una persona definen claramente su historia, pero cuando esta no está cerrada falta una parte y la persona necesita conocerla. Después de una tragedia de esta magnitud, la gente no vive hasta tener ese pedacito que le falta y que necesita. Afortunadamente, pude encontrar la partida de nacimiento y de acuerdo a lo que obraba en los libros de la biblioteca, también los nombres y apellidos de sus familiares, que habían fallecido. Así, su historia se cerró.
C. C: ¿Y cómo inició su trabajo formal de investigación?
El libro fue publicado en 2018, pero para llegar a escribirlo y publicar la lista de fallecidos debí buscar y mirar todas las partidas de defunción: fueron seis años de recorrido por los 19 departamentos de San Juan.
C. C: ¿Por qué no se hizo ese listado antes?
Puedo justificarlo porque el caos fue impresionante. En el cementerio al quefui en primer lugar para conseguir el listado y no recorrer la provincia, solo había dos hojitas sueltas. No podía ser que en el cementerio municipal de la capital no estuvieran. No se anotaron porque no se dio abasto con todo. Muchos cuerpos, por ejemplo, fueron incinerados para que no prosperaran enfermedades y pestes que podían terminar con la población.
C. C: Ahora que ha acabado la exposición en San Juan, ¿hasta dónde le gustaría que llegara la muestra?
Mi especialidad como sociólogo es la investigación histórica y sería interesante que la muestra viaje a otros departamentos de San Juan, a otras provincias e incluso a la Ciudad de Buenos Aires. Estoy seguro de que recorrerá otros lugares y buscará espacios en los que la quieran recibir. A 75 años del terremoto de San Juan ha sido muy especial porque nos ha permitido mostrar lo que ocurrió aquel 15 de enero de 1944 y sus consecuencias.
C. C: ¿Podría describirnos, para terminar, una tarde en su ciudad natal?
Desde hace años viajo por el mundo y he conocido muchos lugares, pero a medida que pasan los días, me entra la desesperación por volver a este, MI mundo. Hoy vivo en un departamento desde el que, sentado en el balcón, veo el parque, el pulmón verde que tiene el centro de la ciudad San Juan… y para mí es incomparable, es la octava maravilla. Además, si miro hacia el norte, puedo contemplaral sol asomando desde una cordillera totalmente nevada. Me encanta caminar despacito a la hora de la siesta, por la Libertador. He vivido toda mi vida en esta hermosa ciudad, con un cielo tremendamente azul y sin contaminación que me acompaña. Mi provincia es tranquila y pacífica, y hace sentir, al recorrerla, como si uno estuviera paseando por el fondo de su casa.
Patricia Ortiz
Corrección: Ailen Hernández
Crédito fotográfico: Prensa Auditorio Juan Victoria