Entrevista a Nuna, Lourdes Sartore Ávila, joven cantante nacida en la capital de la provincia de La Rioja, donde la gente se reúne para festejar la “Chaya” –el carnaval regional– en el noroeste argentino. Esta sensible intérprete, le transmite a Caminos Culturales, cómo el lazo de amor que le dejó su abuelo italiano “Vicente”, su Lelo querido, inspiraron su voz para interpretar “Anhelando Iruya”, una canción que pertenece al dueto Perota-Chingó, donde encontró el consuelo de saber que dos almas que se unieron en la tierra, siempre se van a encontrar. Lourdes, dibuja en palabras la placidez de los paisajes y las vistas de las montañas que se tiñen en las mañanas de invierno de rosa o violeta y, en verano, de encendidos y pintorescos atardeceres de color naranja. Es La Rioja, la tierra de quienes “suben las cuestas para disfrutar del paisaje de la vida…”
̶ ¿Cómo fueron tus primeros pasos en la música y el canto?
No recuerdo un año de mi vida sin tararear siquiera una canción, pero –para ser honesta– no tenía técnica ni oído musical, aunque en mi interior se iba gestando una semilla que me inclinaba hacia el canto y así se lo expresé a mi mamá, Tania Ávila, quien resolvió mi inquietud enviándome a Umbral, una escuela cercana a la Plaza 9 de Julio. La felicidad duró poco, porque, al tiempo, las cosas se complicaron y no pudo pagarme las clases: fue entonces cuando recibí el apoyo de Carla Navarro, directora de la escuela. quien me ofreció una beca que me permitió terminar el año y cantar en el teatro Víctor María Cáceres. De este modo y gracias a su generosidad, supe que cantar era lo que quería hacer toda mi vida: cuando estaba frente al público sentía que mis pies vibraban, tanto como mi alma y el cuerpo. Es así, cuando hacemos algo que amamos, tanto como amo yo la música, todo se transforma. Incluso, puedo afirmar, que sentía en los vellitos del brazo las ondas que salían de los parlantes. Así de increíble fue mi experiencia y cada vez que canto en algún lado, ya sea la plaza, un bar, en el patio de mi casa, lo hago descalza, porque no quiero dejar de sentir nunca cómo la música me transporta desde los pies hasta la cabeza.
– ¿Qué recuerdos te dejo “Lelo” y qué aprendiste de la cultura italiana?
Mi abuelo era una persona súper compinche, de carácter fuerte pero dulce, con el alma más gigante que conocí. Lo recuerdo contándome las historias más hermosas de su infancia, silbando y cantando canciones italianas mientras juntaba mandarinas del árbol del patio de su casa para que comiéramos juntos sentados al sol. Además, cebaba los mates más calientes y ricos que probé en mi vida. Era un gran nono y padre. Era eso que tanto dice la canción: “…un viajero agradecido, del cobijo y del abrigo que le diste alguna vez”. Fue quien me dio una mirada diferente del mundo: siempre estoy buscándolo en mis sueños: quiero reencontrarme con él desde un lado más espiritual y poder decirle todo aquello que quedó pendiente por hablar, por contarle, por expresarle. La canción que le dedico es: “Anhelando Iruya» –del dueto Perota Chingó–, cuyas canciones hablan de sentimientos y experiencias. Precisamente, el álbum “Aguas” en particular genera y transmite sensaciones hermosas y sentimientos encontrados con todos tus vínculos. Es lo que me pasó a mí con mi Lelo querido. Ya hace más de dos años que dejó este plano terrenal y soy la única de la familia que no se pudo despedir físicamente en la pandemia: él estaba en Córdoba y yo en La Rioja. Encontré en esta canción el poder del consuelo de saber que, su alma se unirá a la mía cuando la cante, porque el amor que yo le tengo no tiene límites.
– ¿Cuál es tu nombre artístico y cómo se presenta al público “Anhelando Iruya”?
La portada del cover es el nombre de la canción original, “Anhelando Iruya” y “Nuna” es el nombre artístico que elegí… y también para el álbum que creé. Nuna, en quechua, significa “alma” y no deja de ser una conjunción de un todo con todo respecto a esto que me pasa con la música, con la partida de mi abuelo, con el tema publicado. Quiero hacer una mención especial a Norberto Osorio, que es el productor –también riojano– que puso su arte y su estudio para que yo pudiera volcar mi interior en una sola canción. Lo hizo desde el cariño que me tiene y estoy más que agradecida. Sin su talento y su predisposición, no habría publicado nada aún. La idea es seguir completando el álbum, pero ya con canciones mías, de mi autoría. Es la representación misma de mi alma tratando de viajar, siempre a los lugares donde soy o fui feliz y en donde pueda seguir experimentando sensaciones únicas, emocionantes. La foto portada tiene mucho que ver con el trasfondo que mencioné anteriormente. El zorro, en el mundo animal –y de forma espiritual–, representa la fuerza, la inteligencia emocional y, también, la unión de la familia. A estos conceptos, se agregan las mariposas, que tienen muchos significados espirituales también, pero hay una leyenda que cuenta que cuando una mariposa nos visita de manera recurrente o simplemente se posa cerca o sobre nosotros, es el alma de un familiar que viene a visitarnos. Eso somos mi abuelo y yo, dos almas, dos espíritus encontrándose otra vez, de formas que a veces resulta difícil comprender, pero que existen.
– El espíritu elevado es aquel que puede comprender ese mundo paralelo entre el cielo y la tierra, muchas veces transmitido en los sueños y el contacto con los seres que partieron: encontrarlo en sueños, en la risa… ¿Adónde te llevan tus sueños en dirección al canto?
Mi mayor sueño es actuar nada más y nada menos que en un escenario: el más grande. No aspiro a menos y no desde el egocentrismo, sino desde la necesidad de vivir esa experiencia. Anhelo con todas mis fuerzas cantar para muchísimas personas, transmitirles la magia que se genera en mí cada vez que canto. Esa sensación de no estar tocando el suelo, de desconexión de mi cuerpo. Visualizo encontrarme en cada rincón de mi alma y abrazarla, y así, lograr el equilibrio de las emociones. Creo en el modo en el que las energías, buenas o malas, se expresan entre los seres humanos. La música despierta sensaciones que no se pueden explicar. Actualmente yo vivo en Córdoba, y entre trabajo y estudio no siempre tengo mucho tiempo pero, aunque sea diez minutos, yo busco en el día un tiempo para sentarme con el mate, la guitarra, mi perra y mi gata a tocar unos temas y escribir mis canciones. Las letras manifiestan el sentir y el camino que recorrí hasta ahora y mis proyectos a futuro. Cuando algo te apasiona tanto, encuentras el tiempo y el lugar para seguir haciéndolo. Yo no me doy por vencida con este sueño, la voy a pelear siempre, hasta llegar adonde quiero.
– ¿Qué mensaje nos deja “Anhelando Iruya” y que esperas que produzca en el alma de quienes escuchan tu voz?
Quiero incitar a que todas las personas expresen el amor siempre; que sean compañía de los seres amados, que estén en la distancia porque no sabes cuándo pueden irse. El hoy y el ahora importan. Lo que hacemos en el presente, marca para siempre: decirle al otro cuánto lo amamos y que queremos formar parte de su vida. Yo no pude hacerlo con mí amado abuelo, y hoy le dedico esta canción para que de alguna forma le llegue como muestra de todo el cariño y las enseñanzas que dejó su paso por esta vida, en mí y en tantas personas. También me parece muy importante aprender a valorar los pequeños detalles, las historias y los caminos que recorremos, el paisaje que atravesamos, la vida misma que nos enseña tantas cosas. Las experiencias que nos dejan cada una de las personas que conocemos, lo mucho que podemos aprender solamente escuchando, prestando atención al otro, al prójimo. Hay viajes que no se hacen solamente en ruta; creo que los más importantes son los que se hacen desde el alma.
Patricia Ortiz
Corrección: Ricardo de Titto
Crédito fotográfico: Nuna