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Dario Signorini, representante de la colectividad italiana en la Argentina, lidera el proyecto de la construcción del Museo de la Inmigración Italiana en Buenos Aires

Entrevista a Dario Signorini, Consigliere Comitato Degli Italiani All’Estero (ComitEs) –sede Buenos Aires– y presidente de la Federación de Entidades Italianas de Buenos Aires (Fediba). Hijo de inmigrantes lombardos, este trabajador ítalo-argentino, lleva adelante los sueños transformados en proyectos en favor del colectivo italiano cuyas tradiciones y celebraciones se basan en compartir con amigos y familia. Signorini, viajó recientemente a los Estados Unidos para representarlos en un evento donde la presencia del presidente Joe Biden, marcó la importancia del acto y el destacado papel de The National Italian American Foundation (Niaf), una organización no lucrativa con centro en Washington DC.

Entrevista a Dario Signorini, Consigliere Comitato Degli Italiani All’Estero (ComitEs) –sede Buenos Aires– y presidente de la Federación de Entidades Italianas de Buenos Aires (Fediba). Hijo de inmigrantes lombardos, este trabajador ítalo-argentino, lleva adelante los sueños transformados en proyectos en favor del colectivo italiano cuyas tradiciones y celebraciones se basan en compartir con amigos y familia. Signorini, viajó recientemente a los Estados Unidos para representarlos en un evento donde la presencia del presidente Joe Biden, marcó la importancia del acto y el destacado papel de The National Italian American Foundation (Niaf), una organización no lucrativa con centro en Washington DC y que actúa en nombre de casi 25 millones de italianos-americanos, institución reconocida de la vida política y social de los Estados Unidos.

¿Cómo se sintió al representar a la colectividad italiana en la Argentina en un reciente encuentro en Estados Unidos?

Me sentí muy cómodo y orgulloso. Hace veintiséis años que integro formalmente la colectividad italiana y este evento que convocó a mil doscientos invitados entre los que se encontraban hombres y mujeres destacadas en el mundo deportivo, cultural, empresario y político de Estados Unidos, me llenó de alegría, sobre todo porque la presencia del presidente de los Estados Unidos Joe Biden le dio un marco muy especial a la reunión, sumado al rol de la Niaf como un actor relevante en los Estados Unidos. En un breve encuentro con el mandatario norteamericano le obsequié el libro El Hotel de los Invisibles, una obra que relata la historia de la inmigración italiana en la Argentina.

Dario Signorini, representante de la colectividad italiana en la Argentina, lidera el proyecto de la construcción del Museo de la Inmigración Italiana en Buenos Aires

¿Por qué es tan importante la representatividad de la colectividad italiana en la Argentina?

Se calcula que nuestro país es la tierra que más italianos tiene ya que llegan a 1.200.000 con una descendencia de veinte millones. La circunscripción consular de Buenos Aires tiene 420.000 ¡Fue un gran desafío! Resultó un momento muy grato: me dirigí a los invitados en nuestra lengua española porque pensé que, si representaba a la diáspora ítalo-argentina, eso era lo correcto.

Luego yo he estudiado algunos temas que aplicamos y están relacionados con la Diplomatura para la formación de Nuevos Dirigentes. Mi módulo es el asociacionismo: hablar de que el Hospital Italiano es la primera institución fundada en 1853; que luego en 1858 aparece Unione e Benevolenza y luego en 1861 nace la Società Nazionale Italiana, expresa el casi ancestral arraigo de los peninsulares en la Argentina. Esta diplomatura se realiza a través del Centro Ítalo Argentino de Altos Estudios, un partner entre la Universidad de Buenos Aires y la Embajada Italiana. De modo que todo facilitó el discurso.

¿Qué reflexión realiza sobre la diáspora italiana en la Argentina?

En relación a este tema pienso que no deberíamos hacer una división entre Italia y la diáspora; la mirada debe ser más amplia ya que se sabe que en el mundo de descendientes de italianos con ciudadanía y sin ella, llega a los 165 millones; por lo tanto, es todo lo mismo. Habría que tener la inteligencia para multiplicar los esfuerzos y no verlos como una carga o algo por el estilo: la situación de la guerra y posguerra complicaron la situación económica de Europa; hoy la Argentina tiene problemas también, aunque sostengo que los funcionarios del estado italiano deberían tener otra comprensión; a veces resuelven de manera correcta y en otras no se entiende lo suficiente desde el punto de vista geopolítico.

¿Cuál es la mayor debilidad o burocracia en la gestión relacionada con la llegada de argentinos a Italia para trabajar?

La tozudez o la torpeza. No le encuentro otra explicación; en el ida y vuelta se generan cosas valiosas. Hoy, en Italia, hace falta mano de obra y nosotros podemos brindarla; es muy calificada. Es otra inmigración diferente a la que recibimos. Hoy en día, los que se van de nuestro país tienen secundaria, terciario o grado de universidad, aun cuando no tengan una carrera completa. Hay instituciones que piden personal y para ello les facilitan la ciudadanía o el acceso a un trabajo porque, por otro lado, tienen una inmigración de África que no les acerca profesionales capacitados. En la Argentina podemos llenar la demanda solicitada, por empresas italianas para jóvenes. Por lo tanto, hablar de la diáspora en el mundo es crear conciencia de lo que ocurre. Lo interesante es generar una red y desarrollar proyectos integrativos. Otro impulso que daré, luego del viaje a Estados Unidos es la posibilidad concreta de ofrecer becas de estudios en la Universidad de Louisville, para descendientes de italianos sin ciudadanía, solventadas por la Niaf. El curso se da en Italia; Niaf aporta el recurso económico y nosotros le damos la formación en Italia en un lugar de excelencia en la ciudad de Roma. Para que tengamos una idea, la Louis es similar a la Universidad Católica Argentina.

¿Qué cerca está de concretarse la creación del Museo de la Inmigración Italiana en la ciudad de Buenos Aires?

Este es un mega proyecto que impulsamos con mi equipo desde la Federación. Estamos muy próximos a ver la obra de un museo que estará ubicado frente al aeroparque Jorge Newbery y vecino al monumento a Cristóbal Colón, destruido y reconstruido en sus quinientas toneladas de mármol de carrara: fue abandonado, aunque no lograron destruirlo ya que, luego de un amparo jurídico y varias gestiones, fue salvado. De algo negativo, creamos una oportunidad superadora ya que el Museo de la Inmigración Italiana, nuestro sueño, sería el primero en el mundo con tecnología muy moderna, similar al de Génova, que ya tiene un año de inaugurado a través de Howard Interactivos que le permite una agilidad y diseño de museo de vanguardia que avanza sobre la interacción. Por otra parte, es un lugar donde la ciudad tiene previsto un desarrollo del corredor de los jóvenes. Pensamos que puede ser un punto de encuentro y laboratorio de ideas para desarrollarlas en el futuro.

Joe Biden

¿Cómo nació esta idea tan innovadora?

La generamos desde mi equipo de trabajo y así seguimos. Logramos el apoyo del cuerpo diplomático italiano; hemos trabajado e interactuamos con el Gobierno de la Ciudad para que nos cedan el predio por un espacio de cinco años, teniendo en cuenta que luego la legislatura deberá dictar una ley por un período más extenso. Pensamos en una inversión de cuatro millones de euros y para ello he conversado con empresarios argentinos, con el gobierno italiano y con todos los que quieran colaborar con este producto cultural único que le daría al país una tecnología novedosa que le rinde homenaje a la colectividad más importante que tuvo la Argentina a lo largo de los años.

¿De qué manera describe a la colectividad italiana cuyos apellidos honran a nuestro país?

Muchas veces se pretende sintetizar la llegada de los italianos y la relación estricta de la época en la cual estallaron la primera y segunda guerra mundial. No estoy de acuerdo: los italianos somos socios fundadores de la Argentina. ¿Por qué? Veamos: cuando hablamos de Manuel Belgrano y de su papel en la Revolución de 1810, sabemos que su padre, que era descendiente de genoveses, fue director de la Aduana. De ahí en adelante podemos citar a más contemporáneos y destacados ciudadanos ítalo-argentinos tales como: René Favaloro, Juan Manuel Fangio, la “Peque” Pareto, Gabriela Sabatini, Susana Rinaldi, Osvaldo Pugliese, Astor Piazolla, Homero Manzi… la lista es rica y múltiple…

Si hablamos de arquitectos y las obras que dejaron, por ejemplo, contemplamos la Casa Rosada, la Confitería del Molino, el Palacio Barolo, el Teatro Colón –destacado como el recinto de ópera más importante del mundo por su valor en las expresiones del arte teatral, lírico, musical y acústico– cuya impronta de construcción y diseño es italiano. Luego se destaca el Teatro Coliseo, una joya que pertenece al patrimonio histórico y cultural tanto de Argentina como de Italia y que, por su acústica, fue el sostén del Teatro Colón cuando estuvo en restauración. De igual forma, el Teatro Roma en Avellaneda; el edificio y teatro de Unione e Benevolenza de Buenos Aires, el Teatro Seminari en Escobar, en la provincia de Buenos Aires y tantos otros. Esto se debía a que cada una de las instituciones que se fundaban tenían al teatro como parte de la vida del hombre ya que podía llevar el espectáculo al escenario representando los problemas, ansiedades y sentimientos de la vida cotidiana. Sus salas estaban dispuestas de manera frontal al escenario, con el patio de butacas dispuesto en forma de herradura o adoptando también el clásico modelo rectangular.

En la ciudad de Buenos Aires, el Club Italiano cuenta con un teatro para 350 personas con excelente acústica y apreciado para la lírica: las óperas de Gioachino Rossini y Giussepe Verdi, como El barbero de Sevilla y Aída entre otras, fueron desarrolladas por italianos que no solo llegaron a nuestro país  para trabajar en la vitivinicultura o en la construcción de  ferrocarriles, sino que nos legaron el arte, la comedia el canto lírico, la moda y la gastronomía entre tantos otros aportes culturales y sociales; todo ese baggage cultural tiene que ver con todo lo expresado. Por otra parte, un hombre como Quinquela Martin que le dio color a La Boca, no es algo muy común en una sociedad.

Por lo tanto, creemos que tener un museo que hable de la inmigración italiana desde diversas aristas, es un homenaje justo a esta exquisita colectividad.

Dario Signorini, representante de la colectividad italiana en la Argentina, lidera el proyecto de la construcción del Museo de la Inmigración Italiana en Buenos Aires

¿Cuáles son los pasos que seguirán hasta construirlo?

El 7 de diciembre de este año que termina, firmé junto al Ministro de Desarrollo Económico y Producción del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, José Luis Giusti –ante la presencia del Embajador de Italia en Argentina, Fabrizio Lucentini y del Cónsul General en Buenos Aires, Carmelo Barbera– el permiso de uso del predio donde se erigirá nuestro museo. Trabajaremos para juntar los fondos a través de una fundación dedicada a esta tarea y cuyo presidente honorario será el embajador de turno. Nos llevará como máximo dos años. Es de destacar la buena relación con el Museo Nazionale dell’Emigrazione Italiana de Génova –respaldado por el Centro Internacional de Estudios de Emigración Italiana (Cisei)– nos facilitará la transferencia de contenidos y de tecnología. Por su lado, el arquitecto Augusto Vettore es el especialista que trabaja en el diseño del museo que sería el proyecto más importante en su género de los últimos cincuenta años; un mojón para las nuevas generaciones que trabajan en el desarrollo de este emprendimiento.

¿Qué sumarán de los contenidos que ofrece el Museo del Hotel de los Inmigrantes? 

La emigración fue y es dolorosa: no es feliz: el desarraigo es duro y traumático porque genera algo nuevo e incierto. La cruda realidad mostraba que los inmigrantes que llegaban al puerto de Buenos Aires y se hospedaban en el hotel de los Inmigrantes no la pasaban muy bien porque había menoscabos cuando los revisaban y discriminación manifiesta, por ejemplo, en la simplificación de nombres.

Uno de los argumentos que ofrecí para convencer a la autoridad diplomática fue visitarlo. Lamentablemente, en una parte fue concesionado a la Universidad de Tres de Febrero que no le ha dedicado a las colectividades más importantes un espacio destacado. Hace muestras de Arte panamericano y no tiene visitas multitudinarias: pienso que debería tenerlas en un grado más amplio.

El espacio en el cual se ubicará nuestro museo tiene turismo aéreo y referencia portuaria; también la posibilidad de que el micro de la ciudad que hace visitas guiadas, pase por ahí; además de nuestra colectividad que estoy convencido que lo visitará con frecuencia. Por otra parte hay colegios paritarios: tenemos un back up de visitas que, incluso, debería ser mejor que el de Génova, que, como está ubicado al lado del puerto, no tiene la afluencia del público que va a tener este lugar cuando tenga el desarrollo económico del corredor de los jóvenes que viene de la ciudad universitaria hasta el puerto y que generará una actividad permanente. Entonces vemos a futuro como conviene instrumentar el mantenimiento del museo porque cuando se desarrolla la previsión de recursos se debe analizar, no solo la creación del edificio sino cuáles serían los elementos con los que se cuenta para autofinanciarse. Y, por supuesto, mantener el espacio. Contamos con una experiencia importante, la del Teatro Coliseo conducido por una fundación y que tiene un presupuesto mucho más importante. Con esa experiencia tratando de aplicarla a esta nueva formación cultural, no tendría un costo elevado manejarlo: habría que contratar a un curador, personal idóneo para trabajar el aquí y el desarrollo futuro. 

El avance de la tecnología y ciencia de la humanidad, el museo no es una pieza que queda separada: incluso los conceptos de museología en el mundo han sido cambiantes: desde la veneración de los objetos antiguos al desarrollo del presente y la elaboración del futuro: en ese sentido hay muchos cambios de perspectiva. Ya no se habla de un museo enfocado en las grandes galerías; se habla de otro muy interactivo que invite al usuario a adquirir conocimientos e interactuar con ellos. En la medida en que se moderniza, el resultado está garantizado. No es lo mismo leer un informe de un policía que interrogaba a un inmigrante a ver a un actor disfrazado de policía que muestra el interrogatorio y es allí donde se captan los criterios deshumanizados en el trato a partir de un software adecuado.

Dario Signorini, representante de la colectividad italiana en la Argentina, lidera el proyecto de la construcción del Museo de la Inmigración Italiana en Buenos Aires

¿Qué sala le impresiona más del Museo de Génova?: ¿en qué lugar se detiene para replicar aquí lo que elija?   

En general es bastante amigable. Sí me impresionó el trato a los inmigrantes: lo hacían con gestos y desprecio. Luego hay una comida virtual en una mesa física donde un chef señala los diversos menús según las épocas. Luego, todo lo que es la retrospectiva de lo que fue la evolución de algunos temas, como, por ejemplo, en la vestimenta, en el desarrollo del trabajo, de las industrias; cómo se fue avanzando, desarrollando. Realmente es un museo muy interesante. Es novedoso. Estoy seguro de que podemos hacer algo superador.

¿Cómo se dispondrán las salas, el guión museológico?

Tenemos esta base importante que he detallado aunque existe una adaptación a la argentinidad, que surge por nuestra propia historia, cultura, tradiciones y sociedad: de este modo hemos revisado varias situaciones: como no citar al Hospital Italiano o a Unione e Benevolenza, incorporar el deporte con sus instituciones centenarias, como es el magnífico Club Canottieri, un lugar precioso que le dio a la náutica argentina la primera medalla de oro de un doble importante hace tiempo. Del mismo modo, es menester destacar al Club Italiano de Buenos Aires -ubicado en el barrio de Caballito-, que, a lo largo de sus 125 años, se ha mantenido como una institución deportiva, cultural y social. Estas organizaciones no solo han sido exitosas, sino que siguen construyendo y evolucionando: hoy se recupera el Palacio Veneziano y los vitraux que hay dentro. La colectividad italiana convoca a los jóvenes, otras avanzan, otras no se han renovado; en general aportan a la sociedad argentina muchos elementos enriquecedores.

¿Qué rol juegan las instituciones italianas en nuestro país?

Brindan elementos para que la riqueza de la recreación y la cultura italiana se mantenga viva para desarrollarla como memoria y trabajarla como proyecto: encariñarse con él, encarnarlo, planificarlo y llevarlo a cabo. No hay nada más lindo que cumplir nuestros sueños y verlos realizados.

¿Así comenzó el sueño del Museo de la Inmigración Italiana? 

¡Exactamente! Y ese es mi gran desafío presente, como se diría en italiano, ma ecco che oggi sono il custode dei nostri sogni d’amore (hoy soy guardián de nuestros sueños de amor) 


Patricia Ortiz 

Crédito fotográfico: FEdiba
Corrección: Ricardo de Titto

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