El actual intendente de Alvear, Eduardo Pepa, elige día a día trabajar por y para la gente. Quien llega a la ciudad, fundada por Carlos Torcuato de Alvear, encuentra un lugar tranquilo y limpio, con espacios verdes y anchas avenidas enmarcadas por inmensos eucaliptus iluminados por el sol y la luna.
—¿Cuándo asumió como Intendente de Alvear?
—Asumí en diciembre de 2003 con el Frente Vecinal Alvearense (FREVEAL). Es mi tercer año consecutivo de gestión. Ruego que Dios ilumine a la presidente y a quienes tienen poder de decisión para seguir adelante; muchas veces no estamos a la altura de la demanda.
—¿Cuál es la mayor demanda?
—Trabajo. Es esta la mejor zona agrícola ganadera del país. Hace siete años impulsamos la agricultura. Creo que el frigorífico tendría que estar en otras localidades. Necesitamos más procesadoras de maíz, que aún no hemos recibido.
—¿Cómo se suceden sus días como intendente?
—Mi función es la de gestionar y trabajar por y para la gente. Me interesa mucho una Alvear limpia y agradable. Usted verá que caminamos por veredas y calles limpias gracias a la tarea de los camiones hidráulicos que barren en horarios diversos. Con los vecinos, hemos creado una cultura del cuidado de la basura que ofrece al visitante un paseo por un lugar cuidado; el que viene ve un pueblo limpio. Es una ciudad muy linda para vivir; quienes llegan, como usted de Buenos Aires, disfrutan de tranquilidad, espacios verdes y avenidas con eucaliptus e iluminación; el aroma de las flores atrae por su fragancia. Por otra parte, la arquitectura fue trazada por un visionario que imaginó el pueblo, con sus anchas calles y diagonales. Además, tuvimos muy buenos intendentes, gente que trabajó mucho.
—¿Cómo es su día de trabajo?
—Me levanto todos los días a las 6.30, salvo un día en la semana en el que voy a Santa Rosa y descanso. En la mañana trabajo hasta las 12.30, vuelvo a casa a almorzar y regreso a las 14.30. De ahí en más, seguimos hasta las 19.00, y cuando hay eventos culturales o de turismo, participo junto a los alvearenses; no tengo descanso. En los fines de semana colaboro en temas relacionados con las motos y vehículos en general. Hay una labor conjunta con los inspectores y la policía para evitar las corridas.
—¿Qué balance realiza del Festival Nacional de Doma y Folklore?
—Esta fiesta fue un sueño convertido en realidad. Pienso en este evento como intendente por un lado y como habitante de Alvear; en ambos casos, llevo en el alma la ilusión de la gente y la idea de pensar en el próximo. Estamos en una zona estratégica, y la organización llevada a cabo por los directivos del Club Ferrocarril Oeste ha sido impecable. Han llegado representantes de la prensa nacional y, por supuesto, local. Han sido noches de mucha alegría para nuestro pueblo; vamos ya por la 45.º edición de una fiesta de destreza y tradición criollas…
Compiten jinetes de la provincia y nacionales y quienes sobresalen lo hacen por el campeonato argentino para aplicar en el Festival de Jesús María. Este año el espectáculo musical fue de primer nivel, con la llegada de Los Nocheros.
—¿Qué se destaca en Intendente Alvear?
—Alvear cuenta con una banda municipal que cumplirá 30 años; hay dos coros formado por jóvenes y adultos. Restauramos el auto francés de colección, el Gobrón-Brillié. El turista recorre la rotonda, muy bien iluminada. La Casa de la Cultura es un lugar imperdible, y el Museo de Viejo Almacén de Pepa tiene declaratoria a nivel municipal. Fue la casa de mis abuelos paternos, donada por mi familia a la Municipalidad. En Alvear hay artesanos cuyos trabajos en la plaza y los encuentros de música son de primer nivel.
—¿Qué caminos turístico-culturales se recorren?
—A veces cuesta convencer a los hoteleros de que Alvear puede sostener a los turistas. El Ecoparque es un espacio verde de gran magnitud, luego están la iglesia y el Colegio de Monjas. En esta zona, la familia Heguy tiene sus canchas, y los torneos de polo registran un nivel internacional. La tradición se refleja en la Fiesta del Agro y la Soja, donde se ofrecen comidas típicas. En cuanto al relax, las Termas Spa y Salud de Bernardo Larroudé. Quiero convocar a los hoteleros para armar un circuito para el año. En mayo se viene la Fiesta de la Soja, y en noviembre llegará la Fiesta del Agro.
—¿Qué es lo que más le gusta de su tarea?
—Solucionar los problemas de la gente.
—¿Qué es lo que no le gusta?
—En general, las cosas de la política que no entiendo, como las rencillas a nivel provincial dentro del mismo peronismo. Sostengo que el sentido común no se riñe con la política y reconozco que es un trabajo agotador cuando esos impedimentos complican la acción. Hay gente indiferente a la problemática social. Cuando no era intendente, sabía que los comedores infantiles y el trabajo comunitario son importantes. Cuesta mucho ir en una misma dirección, tirar todos juntos. Recuerdo que he convocado a mesas de gestión: en la primera vinieron todos y en la segunda, nadie acudió.
—¿Cómo era su vida antes de ser elegido intendente?
—Yo era un laburante. Mis viejos vinieron de Mendoza y yo tenía mi título de ingeniero agrónomo. Tengo campo y jamás hubiera pensado dejar ese mundo tan conocido. Cuando fui candidato, gané, y hoy no volvería; solamente lo haría para mirar por arriba, porque me di cuenta de que estaba ausente de todo.
—Si tuviese que adaptar su idea de trabajar “por la gente” al resto del país, ¿cómo lo haría?
—Es difícil. Es necesario rodearse de buena gente. Es un mundo inmenso. Si hago un ensayo mental… ¡estaría todos los días viendo las obras y qué se hace con la plata! Este país lo tiene todo y también lo merece todo de quienes estamos en la gestión.
Patricia Ortiz