Es el actor que no se propuso serlo, pero que llegó a cumplir sus fantasias y a transmitirlas al público.
Jorge Sabaté es actor. Le gustan las propuestas en cine, televisión o teatro en las que pueda desplegar su histrionismo y, sobre todo, que le brinden la satisfacción de tener un peso en la historia.
«¿Si me gusta hacer de malo?», pregunta Sabaté. «Sergio Esquenazi, director con quien trabajé en televisión y en cine, siempre me ofreció el rol de asesino. ¡Son personajes extremos! Otros directores no me ven en ese tipo de personajes», dice sonriendo.
En agosto terminó de filmar El corredor nocturno, de Gerardo Herrero, donde lo veremos compartir cartel con Leonardo Sbaraglia y Miguel Angel Solá.
La película, dirigida por el español Gerardo Herrero, está basada en la novela de Hugo Burel. Sabaté nos cuenta su entusiasmo por el proyecto: «Es muy gratificante acompañar a dos actores como Sbaraglia y Solá. La historia ocurre en un ambiente empresario; tiene un muy
buen guión. Yo hago de un ejecutivo norteamericano y hablo en un castellano con acento. Me resulta un desafío que la gente piense que realmente lo soy. Es interesante trabajar con acentos; en el cine americano, se hace mucho».
«Antes de hacer El corredor nocturno, filmé Las manos largas, en francés, que es una película canadiense y ópera prima del director Ken Scott. Transcurre en España, pero se filmó en Córdoba y en Buenos Aires y tiene un muy buen guión. Scott fue guionista de La gran seducción, que fue un gran éxito en Canadá».
En el 2006 filmó Speed of thought, de Evan Openheimmer, película norteamericana independiente. Fue rodada en Punta del Este y en Montevideo junto a Mía Maestro, a quien Sabaté conocía de los seminarios de Augusto Fernandes y Nick Stahl.
En los últimos tiempos, también filmó Reducción, del norteamericano Stephan Mazurek, versión cinematográfica de la obra del mismo nombre que representó en el MALBA en el 2005 con gran éxito de crítica y público. «A Mazurek, director de la puesta de Chicago, le encantó nuestra versión y quiso filmarla. La película se va a exhibir en octubre en el Festival Hispánico de Orlando».
Jorge Sabaté, que ha trabajado mucho en televisión a lo largo de los años, considera que ésta da mucho training, mucho oficio, ya que hay que resolver todo rápido.
Comenzó su entrenamiento actoral con Isabel Garma, quien está en Francia desde hace muchos años. Luego siguió con Raúl Serrano y estuvo muchos años con Augusto Fernández; realizó seminarios en el país y en el exterior: «Es un gran maestro; es una lástima que no dirija más seguido acá», dice de Fernandes.
La historia de un actor tiene muchos matices. Sabaté es contador y licenciado en Administración. Su padre, que era arquitecto, y su madre lo llevaban desde muy chico al Teatro Colón a ver obras y al cine. «Mi padre era amigo de pintores, escultores. No me propuse ser actor, pero estaba en mis fantasías. Yo empecé haciendo teatro amateur en la
Alianza Francesa y en el Centro Cultural San Martín y luego, despuésde estudiar con Serrano, hice teatro independiente. Así, poco a poco, el actor fue reemplazando al contador», explicó.
Protagonizar no es muchas veces lo más importante. Sabaté sostiene que lo más importante es trabajar seriamente en cualquiera de las cosas que se emprenden. Lo más comprometido es hacer teatro: se logra una conexión con el público que es inigualable. Se tiene que estar concentrado todo el tiempo y viviendo el personaje mientras se está en escena; se puede estar callado pero, de todos modos, uno tiene que tener pensamientos y transmitir lo que le pasa.
En cuanto a la preparación de un personaje, Sabaté considera que la investigación es importante. Pero uno trabaja con todos los elementos y técnicas que ha ido aprendiendo a lo largo del camino. «Para mí seractor es transitar ese camino. Cuando estás preparando un personaje, hacés un trabajo previo, pero las ideas a veces aparecen en el momento menos pensado. De repente vas manejando y te das cuenta de qué características se le pueden dar a un personaje. En la actuación se suma ‘detalle más detalle’, como decía Hedy Crilla», sostuvo el experimentado actor.
–¿Por dónde hay que transitar para mostrar a un hombre poderoso, a un asesino?
–Hagas el personaje que hagas, al personaje hay que defenderlo. Un represor, un asesino, a lo mejor es un excelente padre de familia. Son esos los elementos que hay que buscar para evitar caer en estereotipos y enriquecer a los personajes.
Jorge Sabaté es un hombre sencillo que considera que su vida, que la vida de la gente, es mejor gracias al arte, a los artistas. «Viendo memorables películas y trabajos de Paul Newman, con los cuales crecí, mi vida fue más linda y por ello le doy las gracias».
Sus últimos trabajos en teatro incluyen la ya mencionada Reducción, de Christopher Welzenbach, y Una tragedia argentina, de Daniel Dalmaroni, ambas con dirección de Alejandro Casavalle. «Hicimos Tragedia… los dos años en el Piccolino y en Pan & Arte, y terminamos en San Pablo, en el Primer Festival Iberoamericano, en marzo de este año».
Ser uno y ser muchos. Desplegar sonrisas y llantos. Observar actitudes y guardarlas para brindarlas a un público que espera ser sorprendido constantemente es un trabajo, y Jorge Sabaté es un gran trabajador de la actuación.
Patricia Ortiz