La historia y los mitos ofrecen a los artistas un abanico de colores y temas espectaculares que aparecen como musas inspiradoras: guían el instinto y levantan el telón de la creatividad. Así, los acontecimientos que pertenecieron a una época se recrean en obras cuyo mensaje estimula nuestro interés y conecta las fibras de nuestro espíritu. Al verse plasmados en el arte, estos hechos y sus protagonistas se resignifican y revalorizan a través de la mirada de los observadores del presente.
Esto es lo que ha ocurrido con la historia de María Antonia Deolinda Correa, convertida en uno de los mitos más convocantes de la provincia de San Juan y reflejada en la impactante obra del arquitecto y pintor sanjuanino Carlos Gómez Centurión. “La Difunta Correa”, una pintura al óleo, cola vinílica y pelo natural sobre tela pertenece desde 2007 al acervo museístico del Museo Provincial de Bellas Artes Franklin Williams y ha sido observada, en esta última década, por miles de personas sorprendidas ante la vitalidad del cuadro.
“Es el resultado de un proceso interno que fue evolucionando. He realizado muchas pinturas sobre la Difunta Correa y un día me detuve a pensar que, en las imágenes que conocemos, su posición clásica es siempre la de una mujer yacente”, afirmó Gómez Centurión. El artista también explicó a Caminos Culturales que no es casual que este mito se haya dado en San Juan, ya que los mitos son una parte fundamental de su cultura: “Este es un desierto inhóspito donde la madre tierra se mueve, la simbología que nos ofrece la Difunta es una visión de la reelaboración del mito universal de una joven que muere por alguna injusticia del sistema y que, allí donde muere, brota un manantial. Este tema lo trató incluso el director de cine Ingmar Bergman en su película “Fuente de la Doncella”.
La historia cuenta que en 1835 Deolinda Correa decidió seguir los pasos de su marido enfermo a través del desierto. Él era un criollo de apellido Bustos llevado a la fuerza por las montoneras de Facundo Quiroga para luchar en las Guerras de la Independencia en La Rioja. Esta joven tomó a su pequeño hijo y fue siguiendo las huellas de las tropas hasta que murió de hambre y sed sobre la tierra seca… Sin embargo, el pequeño sobrevivió alimentándose de la leche de la madre muerta.
“Es una figura mítica a la que muchos argentinos le rinden devoción. Su santuario está ubicado en Vallecito —una ciudad de San Juan—, donde miles de creyentes la visitan para agradecerle por algún milagro. El niño que vive es la fuente inagotable de vida”, continuó el artista, quien construyó esta composición bajo una mirada personal y diferente. “En esta obra, la Difunta Correa terminó siendo como una madonna italiana clásica, un mito que se transmite al mundo y cuya creencia es tan fuerte como un renacer”, señaló.
Gómez Centurión ya comentó en otras oportunidades que su objetivo con esta obra era intentar reflejar el caos, el color y la vitalidad del santuario, razón por la que pintó a la Difunta en posición vertical acompañada por un fondo que no era un paisaje en particular; eso le da a la obra el dramatismo y la energía que, para el artista, transmite el santuario. En esta obra, óleos rojos, verdes, azules, blancos y dorados cubren el lienzo dándole vida al fondo, colores intensos que atrapan visualmente sin cansar la mirada.
Los colores elegidos para el fondo quizás hagan alusión al brillo de esa luz celestial que ilumina, cálida, el cuerpo de la joven, y destaca la vida conservada de su hijo, recostado sobre su pecho. “Es una pintura clásica de la iconografía religiosa y tiene a la luz como concepto de iluminación”, explicó también Gómez Centurión. Una línea horizontal ondulada parece indicar la división entre la vida y la muerte, el cielo y la tierra; pero sobre ella se extiende la mano derecha de la Difunta como símbolo del amor, la pasión, la vida… Es el nexo entre los dos mundos. Así lo indicó el artista con algunos detalles más sobre la pintura: “precisamente, su brazo es el puente, fue concebido así a propósito y deformado respecto de uno normal con esa intención”.
Para Gómez Centurión, la pintura es un modo de pensar y de expresarse, es su manera de decir y describir el mundo. Zonda, con sus montañas y picos nevados, es el lugar que elige para crear y encontrar la inspiración. Ha recorrido ya un largo camino desde sus primeras muestras en 1989 y en esa búsqueda constante del artista, ha encontrado en la historia de la Difunta Correa una fuente de inspiración, una historia que, a través del milagro de la vida, nos ofrece un mensaje de esperanza.
Más de Carlos Gómez Centurión
artista visual / www.gomezcenturion.com
Nace en San Juan, Argentina. Actualmente vive y trabaja entre San Juan y Buenos Aires.
En los últimos diez años desarrolló el proyecto llamado “Digo la Cordillera. El viaje como obra”. Es un registro multidisciplinario sobre los Andes desde Jujuy hasta Patagonia.
Su metodología consiste en subir a la alta cordillera, donde realiza los primeros registros pictóricos en contacto con la naturaleza no habitada. Luego, en su taller, son re-elaborados en telas de grandes dimensiones. Ha realizado experiencias en el cerro Mercedario, el Aconcagua, las yungas jujeña y el cerro Fitz Roy y los grandes cerros de la cordillera del sur argentino.
Premio Trabucco
En 2015 recibió el Premio Trabucco de la Academia Nacional de Bellas Artes.
Ha realizado numerosas exposiciones en: Argentina, Chile, Ecuador, Inglaterra, Francia en Museos y en galerías.
Diversos museos cuentan con su obra en sus colecciones.
Últimamente
2017: «Lost in landscape» galería Jaggedart, Londres
2019: galería Jaggedart, Londres.
2017: Art Marbella, 19º Contemporary Art International, Zurich. galería Sasha Davila.
Cine
Ha filmado un largometraje – documental de ficción- llamado «Pegado al cielo» que lo tiene como protagonista conjuntamente con Pat Andrea, bajo la dirección de Ciro Novelli. El mismo relata un viaje a caballo de veinte hasta el Aconcagua llegando a 4500 msn/m para pintar una tela de 2 metros de altura por 18 metros de largo, realizada en el sitio.
Bienalsur
Realizó un video arte para Bienalsur con la soprano Verónica Cangemi en coautoría con Alberto Sánchez llamado Kornarok.
Patricia Ortiz
Corrección: Ailen Hernández
Crédito fotográfico: Carlos Gómez Centurión
Me encontré con la última pintura en el catálogo del Museo Franklin Rawson y me pareció bellísimo. Muchas gracias por la explicación. Saludos.