En un día de verano, la costa norte de la península de la Coruña —en Galicia—, ofrece una vista extraordinaria en la que predomina una pequeña colina de 50 metros de altitud, donde el viento suele soplar con fuerza y sobre la que se asienta la imponente Torre de Hércules, la señal marítima e instrumento de navegación de las embarcaciones que recorrían y atravesaban el corredor del océano Atlántico norte.
Dicha Torre es, en realidad, el faro romano más antiguo del mundo en funcionamiento y es visitada asiduamente por aquellos que llegan con expectativas de descubrir su historia y contemplar las mejores vistas de A Coruña, luego de subir los 234 escalones que llevan a su punto más elevado.
La Torre de Hércules fue declarada Patrimonio de la Humanidad en el año 2009. Nos sorprendemos al descubrir que es fuente de mitos y leyendas, cuyos relatos se han ido transmitiendo de generación en generación a lo largo de los siglos. Es, a su vez, un importante símbolo de la identidad oceánica de los coruñeses, cuya figura trasciende en relación de hermandad con la famosa Estatua de la Libertad. Ambos símbolos unen el nuevo y el viejo continente a través del océano Atlántico a los que se les suma el Faro del Castillo del Morro en La Habana, el más antiguo de tierras americanas.
A medida que recorremos el predio herculino, ingresamos en la historia del siglo I, cuando la construcción original mostraba una estructura más baja, más ancha y con una rampa para subir el combustible que alimentaba su luz. Su reforma llegó en 1788, en virtud del proyecto de Eustaquio Giannini, ingeniero militar que conservó y realzó los restos romanos del monumento al recubrir el faro romano con una fachada de gusto neoclásico y donde una franja ascendente, recuerda la rampa original. Tiempo más tarde, se diseñaron obras dirigidas al remate superior que alberga la lámpara, el edículo que cobija la inscripción latina y la plataforma de la base. Esta fue la intervención más significativa que ha sufrido la Torre, que dejó, además, una evocación en tinta sobre piedra como estampa de la restauración que convirtió dicho monumento en un faro moderno que atrae el interés de miles de turistas.
La obra de Giannini es el diseño de la Torre que vemos dibujado hoy en día en las magníficas puestas de sol de A Coruña y que nos remontan a la célebre leyenda del héroe que vence al rey tirano y gigante llamado Gerión, cuyo reinado se extendía por las tierras que abarcaban desde el Tajo al Duero y que tenía amenazada a toda la población. Hércules llegó para luchar contra él, venciéndolo tras tres días de combate feroz. Cuenta el mito que enterró su cabeza y, sobre ella, ordenó la construcción de la torre. Sin demora, fundó Crunia (hoy Coruña), ciudad en memoria de la primera mujer que habitó el lugar y de la cual Hércules se enamoró. Cuando el semidiós dejó el lugar, Espán dotó a la torre de un candil con un fuego que nunca se apagaría y colocó un gran espejo por el que se observaba la llegada de las naves enemigas.
En la actualidad, los visitantes llegan desde todos los rincones del mundo para admirar esta majestuosa construcción, símbolo de la ciudad, emplazada en uno de los circuitos turísticos más emblemáticos de A Coruña. La Torre de Hércules guarda no solamente la memoria y el alma del viejo Imperio de Roma, sino que encarna la búsqueda de la virtud, la fuerza de espíritu y la fortaleza, tres fundamentales características identitarias del pueblo coruñés.
Patricia Ortiz
Corrección: Beatriz Rodríguez
Crédito fotográfico: Caminos Culturales