Calingasta es una región de la provincia de San Juan que debe visitarse: esta localidad bañada por el sol cuyano es dueña de lugares paradisíacos que los turistas eligen recorrer. En esta tierra, los paisajes nos regalan una paleta de colores única y la geografía fascina a cualquiera que sea testigo de ella. Los expertos del Parque son los encargados de diseñar y organizar propuestas especiales para que los visitantes pasen un día diferente e inolvidable en El Leoncito.
Al ingresar al Parque Nacional El Leoncito, una gran área natural protegida que posee uno de los cielos más diáfanos del mundo, conversamos con Emiliano Leonardi, intendente de esta localidad, quien nos detalló las actividades que más disfrutan los turistas. “El Parque se encuentra en un extenso valle dominado por el Cerro Mercedario (6770 m.s.n.m.) Aquí la gente se ufana con las imponentes vistas de los 400 km del tramo central de la Cordillera de los Andes en la Argentina. Es una de las postales más bellas que podamos imaginar”, afirmó, mientras enseñaba fotos de la última nevada que dejó picos blancos en los cerros La Ramada y El Mercedario, algunos de los cerros más importantes de nuestro país después del Aconcagua ya que superan los 10.000 m. s. n. m.
El sol es el amo del día en Calingasta y las estrellas son las que embellecen su cielo nocturno: “Es una experiencia memorable que se complementa con la visita a los Observatorios Astronómicos ubicados en el Parque Nacional El Leoncito, ubicado muy cerca de Barreal, en la extensa Pampa del Leoncito y que durante muchos años se mantuvo como reserva estricta y contiene la falda occidental de la precordillera sanjuanina”, explicó.
Quienes persiguen estos cielos claros y radiantes llegan con las expectativas altas porque el sol permanente de esta zona es una parte esencial de los recorrido: “Salvo en enero y febrero, meses en los que puede llover, el clima permite actividades hasta entrada la tarde”. También explicó que un buen punto de partida para la visita es la Pampa del Leoncito, una extensión de suelo que le debe sus particulares características “a la acumulación de sedimentos que trajo el arroyo El Leoncito durante miles de años y que dio origen a una cuenca cerrada”. Desde la mitad de esa pampa se puede apreciar el Parque Nacional en toda su extensión.
Sin duda, un paseo por este lugar despierta muchas sensaciones: “Una de las cosas que tiene El Leoncito, y toda la zona del río en general, es que, ante la magnitud del lugar, nos recuerda lo pequeños que somos. Al oeste tenemos montañas de más de seis mil metros de altura con picos nevados y glaciares. Al este, las sierras del Tontal, más secas y redondeadas, más viejas, es cierto, pero llamativas con sus colores vivos y magníficos debido a los minerales, como los del Cerro de los Siete Colores. La naturaleza en este estado realmente te hace sentir diminuto”, expresó Leonardi, gran conocedor de este paseo. “Para recorrerlo —continuó— pueden hacerse caminatas siguiendo el sendero del mismo nombre. Son cuatro horas que permiten llegar hasta los 2.800 metros y tener una vista magnífica de 360º de la Cordillera del Tontal y de la Cordillera de los Andes, algo que siempre nos da otra perspectiva”.
A la hora de describir un día en el Parque, Leonardi explica que el turista, al llegar al camping, “puede tirarse una punta de espada y descansar un ratito”. Los mates llegan un rato después de la siesta “para energizarse y comenzar el recorrido de Los Senderos y la Cascada del Rincón, de una hora aproximadamente”. Envuelto en su pasión de guía, continuó con el recorrido mental y resaltó que, al llegar allí, “las fotografías dejarán un recuerdo inolvidable ya que aparece un paisaje de agua que permite valorar la transformación del paisaje debido a los arroyos”.
Después de tanta maravilla paisajística, llega el atardecer con una postal de sosiego y sombra bajo la copa de un álamo frente al viejo casco de adobe de la Estancia. En palabras de Leonardi, ese atardecer es uno de los más maravillosos que se ven, especialmente «cuando el sol se esconde detrás de la Cordillera de los Andes y aparecen rojos increíbles en el cielo”. El día va terminando a la par del recorrido y “de cara al mirador del Chesco, donde, con previa inscripción, puede realizarse una visita nocturna para ver las estrellas acompañados por profesionales que explican las constelaciones, la historia de su distribución y cómo el hombre fue creando imágenes en el cielo que no se observan en otras ciudades del mundo”, detalló. Para llegar a Calingasta, se puede tomar la ruta 40 desde la ciudad de San Juan dirección Pachaco y recorrer los 220 km que las separan.
Leonardi compartió durante este rato las vivencias que, como intendente del Parque El Leoncito, conoce y transmite con una sensibilidad casi poética: “quienes nos visiten, volverán al pueblo con el corazón lleno de emociones. Es un lugar único y estoy entusiasmado de poder traer a mi gente querida. Se disfruta en familia, con amigos o solo, siempre con la naturaleza mostrando su belleza. Aquí los esperamos para mostrarles cómo es el pueblo, cómo somos, proponerles deportes y la enorme aventura de ir haciendo el propio camino al andar”.
Patricia Ortiz
Corrección: Ailen Hernández
Crédito fotográfico: Parque Nacional El Leoncito