El grupo japonés “2×4 Tokio” llegó a Buenos Aires y dio un recital en la Biblioteca Nacional.
Cuando las luces del auditorio “Jorge Luis Borges” de la Biblioteca Nacional se apagaron, los aplausos aún resonaban en cada rincón. En el escenario, los artistas saludaron y agitaron sus manos. El grupo “2×4 Tokio” había terminado su presentación con Adiós Nonino, que desgranaba sus últimos acordes. Esa fue una noche serena y despejada. En un jardín inmenso y fresco me esperaba Sayaca. Quería conocerla y saber por qué amaba tanto el tango. Entendí que la distancia no es un problema geográfico y que ella y su grupo lograban con su interpretación traer algo de su lejano país y llevarse un pedazo de nuestro corazón.
—¿Cuándo comenzó tu vida artística?
—Mi papa es fanático del tango y el destino quiso que en 1996 me convocara el director de la orquesta japonesa de tango de Kioto,’Astrorico’, para participar como cantante en una gira por Chile, Paraguay, Argentina y Uruguay. Así fue mi debut en la III. Cumbre Mundial del Tango, donde interpreté cuatro temas en el tercer disco de ‘Astrorico’, titulado De Japón a Buenos Aires, que grabé en Buenos Aires. También me gusta el jazz y otras melodías. El tango me atrae porque me enamoré de Buenos Aires; viví aquí entre el 2002 y el 2007.-
—¿Cuáles son las diferencias que destacás entre Argentina y Japón?
—En este momento, y debido a la crisis, los japoneses no saben qué hacer, no salen afuera. En Japón, materialmente hay de todo y el nivel de vida en general es bueno, la seguridad y la educación también, mientras que en Argentina hay ciertas dificultades y mayores vaivenes en la sociedad. Pero los jóvenes siempre tienen la misma búsqueda; muchos la encuentran en lo artístico y otros en la droga o en la agresión. No se trata sólo de diferencia de culturas. El mundo está atravesando un momento especial y está indicando algo: se está achicando y volviendo más sensible.
—¿Cómo es la relación hombre-mujer en la cultura japonesa?
— Como en muchos países, la mujer a veces elige a su familia y quiere mantener por tradición el estilo de cuidar a su marido y dejarle todo listo a su regreso del trabajo. Otras prefieren trabajar y ganar su dinero. La imagen de la madre es muy respetada y ella es el centro del hogar.
—¿Qué es lo que los japoneses podrían aprender de los argentinos?
—A abrirnos, a comunicarnos más y a hablar con mayor soltura. Argentina es un país más abierto que el nuestro y quizás, más espontáneo.
—¿Qué podríamos aprender de ustedes?
—A escuchar atentamente. Creo que así lograríamos un lazo indestructible, sería una buena combinación y saldrían cosas lindas; un ir y venir de un diálogo acompasado.
—¿Qué te gusta comunicar como cantante?
—El amor, el gran poder del amor que se genera a través de la música, del tango, que es para ustedes tan importante como para mí. El hecho de cantar para diferentes públicos y conocer distintas culturas, con su gente y sus costumbres, es algo gratificante. Existe un instante de placer en el momento en que el público escucha atentamente. Luego, cuando se movilizan las emociones a través de una letra, de un acorde, de una nota o del estilo de la voz, hay una devolución y una relación que se produce entre el espectador y el artista.¡ Eso es maravilloso!
—¿Qué te gusta llevarte de una actuación?
—Me gusta provocar en la gente las ganas de conocernos más. Me imagino que pueden decir: “¿Cómo será este grupo japonés que canta en español nuestro tango? ¿Qué los impulsa a estos chicos de Japón? ¿Cómo es el país?”. Me gusta abrir interrogantes generados por nuestra música, es decir, crear lazos.
—¿Cuál es la mayor fortaleza del pueblo japonés?
—Creo que es la paciencia; el saber esperar hace a nuestro pueblo un pueblo reflexivo. Tenemos un tipo de filosofía oriental que medita y observa.
—¿Cuál es tu nivel de exigencia?
—Me exijo mucho cuando encaro un proyecto o cuando ensayo. Trabajo varias horas al día y estudio. Cuando llegué a Buenos Aires hablaba inglés, pero luego pensé que no podía estar en esta ciudad si no lograba comunicarme en el mismo idioma y comencé a estudiar el español para interpretar el tango, que es la música emblemática de su país.
—¿Cómo está formado el grupo “2×4 Tokio” que actuó en la Biblioteca Nacional?
—Somos seis y tenemos un repertorio que incluye no sólo los tangos más tradicionales y los más modernos, sino también composiciones originales creadas por alguno de mis compañeros. Naoko Aoki es una pianista reconocida internacionalmente; completó sus estudios en la ‘Orquesta Escuela de Tango’, dirigida por el maestro Emilio Barcarce. La violinista es Momoko Aida, y posee un delicado estilo en la ejecución de su instrumento. Kenji Azumaya es el contrabajista. Nuestro pequeño integrante es el bandoneonista Takatoki Suzuki, quien comenzó sus estudios a los 15 años con el maestro Ryota Komatsu y actualmente sobresale entre los ejecutantes japoneses de este instrumento. Y Kenji Azumaya también en el contrabajo.
—¿Dónde te ves dentro de cinco años?
—Siendo un puente entre la música, creciendo y escribiendo temas míos. Me veo recorriendo otros países y llevando el tango por el mundo.
—¿Qué hacés cuando estás triste?
—¡Ahhh! Lloro…, lloro hasta cansarme, hasta agotarme… Lloro hasta que se pase la tristeza. Trato de no mentirme respecto de lo que me ocurre, y de esta manera, puedo solucionarlo desde lo racional y lo emocional.
—¿Qué te motiva?
—¡La alegría! El amor me moviliza: nos llevamos una sensación muy especial: Buenos Aires nos atrapa y ustedes nos impulsan y nos apasionan.
Patricia Ortiz
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Sayaca es entrevistada por el periodista Jorge Victorero en su programa radial Prisma. Se emite de lunes a viernes de 08 a 11hs por AM 770.
Fotografía: (C) Masayo Tanimoto